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Páscoa: “Militia est Vita Hominis super Terram”

Estamos prontos a celebrar la solemnidad mayor del Año Litúrgico que es la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, o tal vez al leer esta ya la hayamos celebrado.
La Pascua en la Liturgia y en la Vida terrena de Jesucristo es el punto más alto, más destacado y sublime.


La Pascua es el triunfo grandioso e inigualable de nuestro supremo Capitán. El Verbo de Dios se hizo hombre, murió en la Cruz y resucitó al tercer día para librar un combate que no nos era para nada ajeno pero sí que nos superaba infinitamente. Imposible para nosotros vencer al demonio, a la muerte, a la carne y al mundo. Nuestro Señor podía vencerlo todo con su sola Voluntad santísima, con sólo quererlo, con un solo acto de amor de su Sagrado Corazón. Pero conociendo Dios nuestro natural, siempre tardo para lo bueno y pronto para lo malo, quiso y permitió las penas, las afrentas y los horrorosos dolores de su Hijo para que se conmovieran nuestras entrañas ante tanto sufrir inmerecido por Él y tan merecido por nosotros.


La Pasión y Resurrección de Cristo nos emociona y nos conmueve en una situación histórica particular en la cual el rechazo de la Cruz es moneda corriente. Los hombres no quieren saber de Jesucristo. “¡Nolumus Eum regnare super nos!” (No queremos que Él reine sobre nosotros) (S. Lucas XIX, 14).


No quieren su Realeza porque con ella va su Moral y sus Mandamientos que no quieren observar.


Lo que es peor es que sus Ministros, las Jerarquías de su Iglesia han hecho un pacto tácito de no agresión con el mundo enemigo de Dios. Duele más en la Roma de hoy el calentamiento global o el aumento de la pobreza que la pérdida masiva de las almas.


Han naturalizado la Religión, han borroneado todo lo sagrado, han relegado los imperativos de una Única Verdad que, de suyo, debe ser intransigente. La Roma de hoy se conmueve de terror al escuchar la Verdad, adula a los modernos fariseos y a los herejes mientras persigue y castiga a los que no quieren renunciar a la Fe de sus mayores.


Roma Modernista quiere imponer sus reformas y forzar a aceptarlas y, si sonríe y ofrece su abrazo, no es abrazo de madre bondadosa que quiere a todos más católicos, sinó abrazo de perfidia que busca coartar toda reacción y diluir todo principio de oposición a sus cobardías y traiciones.


Jesucristo Nuestro Señor es nuestro supremo Capitán, nuestro Héroe divino y majestuoso. Nos debemos primero a Él y es crimen contra Dios, es afrenta a las almas y a nuestro nombre no defender sus derechos.


Seamos criteriosos y valientes. Dios primer servido. No podemos aceptar nada contra nuestra Fe y nuestra Moral, por ellas murieron miles de Mártires. Si algo nos hace temer escuchemos aquella promesa: “Ero vobiscum usque ad consummationem saeculi” (Estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos) (S. Mateo XXVIII, 20).


¡Santas Pascuas!


+ Mons. Andrés Morello.

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