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PEQUENO DOSSIÊ SOBRE MONTINI

Tomado de RADIOCRISTIANDAD

El saber de la condición personal del autor ayuda a entender el sentido de su obra; por eso, antes de comprar un libro muchos tenemos en cuenta la biografía y el pensamiento de quien lo escribió. Sus libros, como hijos suyos, llevarán sus rasgos. De la misma manera es básico conocer la vida y la persona de los papas que engendraron la Iglesia del Concilio Vaticano II. De modo que mejor que enredarnos en la prosa de ‘la hermenéutica de la reforma’, o de si el irenismo mundialista es, o no es, fruto espontáneo del Concilio, deberíamos indagar de qué palo son las astillas. Porque es tonto protestar del menú envenenado sin investigar la cocina y al cocinero. Que nuestros pastores no se atrevan a este sensato proceder es, sin duda, porque el duelo les pesa menos que el arrepentimiento. Por eso algunas autoridades denuncian muy honrosos los errores inocultables para descargar de vergüenza a su vanidad y, en contrapartida, escabullirse del deber de rectificar. Aunque vivan en la hipocresía más nauseabunda. (Mt 23, 27)

Veamos, pues, que igual que un texto se descalifica por la perversidad de su autor, por más académica que sea su prosa, la vuelta del revés de la Iglesia no es culpa del siglo ni de los idus de marzo sino, más cierto, lo que podía esperarse del calibre de santidad de sus últimos pontífices. No nos intimide la verdad, que esta situación ya nos la previno Cristo para cuando viéramos «que la abominación de la desolación… se aposentara en el lugar santo.» (Mt 24, 15)

Empecemos, pues, con algunas informaciones sobre Juan Bautista Montini, Pablo VI, que fue cocinero muy principal de este menú reformista de la fe católica.

1) Educación sacerdotal bajo control de su madre.- Se dice que si no estudió en el seminario fue por su débil salud. Pero otros opinan, de acuerdo a la Iglesia de aquel entonces, que influyó más que la familia fuera sospechosa de actividades clandestinas revolucionarias. Por otra parte estaba el interés de la madre, opuesto al rigor docente de aquellos años, en no arriesgar que el seminario cambiase la formación de su hijo, peligro que desaparecía si estudiaba en casa. Su padre era editor de un periódico favorable a la Revolución y al comunismo, bajo el antifaz de militancia cristiano-demócrata. Así, el joven Juan Bautista no se apartó de un clima familiar totalmente contrario al sentir de la Iglesia, si bien la señora Montini y el prelado que le facilitó estudiar fuera del seminario publicitaban su piedad y virtudes cristianas… De ser verdad, sería único caso entre todos los miembros de la familia.

2) Actividades subversivas.- El señor Salvatore Macca,* vecino de Brescia, nos cuenta de los Montini algo que se supone conocería por su fácil acceso a informes y atestados policiales. Este caballero, Gran Cruz de Italia, nos cuenta en el número 380 de la revista ‘Chiessa Viva’, que en la casa del futuro Pablo VI se fabricaban explosivos “con tubos metálicos rellenos de tritol”. La familia Montini había refugiado bajo su techo al partisano comunista, y terrorista, Leonardo Speziale. Éste, años después, contó a los señores Gianfranco Porta y Maurizio Magri que la víctima de su primer atentado fue Ciro Miraglia, el Director de la cárcel de Brescia, cuando el 31 de octubre de 1943 circulaba en bicicleta por la vía Spalti S. Marco. La explosión lo descuartizó a él y a un soldado de 19 años que le acompañaba.

* Presidente Emérito de la Audiencia Territorial de Brescia y Presidente Honorario del Tribunal de Casación.

3) Caso Tondi.- Mons. Juan Bautista Montini, en su puesto de Pro-Secretario de estado, era ya muy activo en misiones subversivas aunque, por supuesto, cuidando no le salpicase ninguna responsabilidad. Para ello se instrumentaba con terceras personas. Así, la elección del joven jesuita Alighiero Tondi para secretario particular. Este cargo le permitía libre acceso a los archivos e informes confidenciales. Por ejemplo, los nombres y destinos de los sacerdotes que Pío XII mandaba a la “Iglesia del silencio”, en la URSS, de lo que el P. Tondi informaba a la policía soviética, que los encontraba y los mandaba a la cárcel, o a Siberia. El paso de Tondi por la Secretaría de Estado fue también decisivo para montar la red de curas comunistas que operarían en Hispanoamérica. No se pudo probar implicación directa de Mons. Montini, pero la firme sospecha obligó a Pío XII a apartarle de la Secretaría de Estado y, “Promoveatur ut moveatur”, nombrarle Arzobispo de Milán con negativa histórica la entrega del capelo cardenalicio que le correspondía a la diócesis. No es verdad que Mons. Montini lo rechazara por humildad.

4) Las puertas de bronce de la Basílica de San Pedro.– En el cuarterón de la Puerta del Bien y del Mal, la figura que corresponde a Pablo VI intencionadamente está de perfil, para mostrar el dorso de la mano izquierda con una estrella de cinco puntas ─pentáculo masónico ─ que poco después fue borrada. (Pero quedan las fotografías.)

5) Monumento en Varese.– En la catedral de Sacro Monte el escultor Floriano Bodini dedicó una estatua a Pablo VI, por encargo de Mons. Pasquale Macchi. Si bien la escultura parece enaltecer al Papa, en realidad exalta a la masonería por los signos masónicos que la adornan, entre ellos una oveja de cinco patas. La estatua fue inaugurada el 24 de mayo de 1986 por el Ministro de Exteriores, señor Giulio Adreotti, y por el Secretario de Estado vaticano, Cardenal Agostino Casaroli, que bendijo el monumento. Tanto Pasquale Bacchi, como Giulio Andreotti y el Cardenal Agostino Casaroli pertenecían a la masonería, según la lista Pecorelli y la anterior de los obispos alemanes.

6) Cementerio familiar.– En Verolavechia, en un pequeño recinto del cementerio rodeado por una tapia de 1m 60 cm, pocos años atrás aumentada a 2m 50cm, se guarda el tumulario de su padre y de su madre. Los símbolos son variados, de identidad masónica y judía. Ninguno netamente cristiano.

7) Exabrupto de Mons. Escrivá.– Alberto Moncada, en “Historia oral del Opus Dei”, en el capítulo I nos dice de su fundador: «En el fondo se desahogó conmigo de su frustración y puso verde a Montini, acusándole de masón y otras lindezas. Estaba muy excitado y previno que todos los que habían cooperado en esa elección [los cardenales que le votaron en el cónclave] se iban a condenar en el infierno.»

8 ) Credo de Pablo VI.- La nueva versión del Credo de Pablo VI en verdad no aporta mejor explicación que la que daban los catecismos. Es un bonito texto cuya intención se anuncia en el título: “Credo del Pueblo de Dios”. Decir “del pueblo de Dios” induce a pensar subliminalmente en el pueblo judío con primacía sobre Cristo. Así tenemos ahora la costumbre de referirnos a los judíos como los hermanos mayores; mayores en edad, mayores en virtud, en derechos, en… Y no son raros los católicos que afirmen que el Antiguo Testamento está sobre el Nuevo, cuando es todo lo contrario: El Nuevo es el que da justificación y sentido al Antiguo. La intención tenía que ser contraria puesto que, si así no hubiera sido, ¿para qué encomendar dos tercios de su redacción a su admirado maestro, y judío converso, Jacques Maritain? Converso a medias que nunca abandonó ni se retractó de su origen judío, o de su militancia y pensamiento comunistas.

9) Asesinato de Aldo Moro.- Podríamos hablar del caso Aldo Moro hasta colmar un copioso libro, pero nos limitaremos a los datos más significativos para el tema de este artículo. El Partido Demócrata Cristiano, del que Moro era líder, restauraba al homónimo que Mussolini proscribiera, probadas sus adherencias doctrinales y fácticas al comunismo y a la masonería. Recordemos, así de paso, que también la DC fue condenada por los papas Pío XI, León XIII, Pío X y Pío IX…

El 9 de mayo de 1978 aparecido ya el Fiat con el cadáver de Moro en el maletero, Monseñor Lefebvre conferenciaba en la Sociedad Teológica de la Universidad de Dublín. De su comentario a la terrible noticia recogemos estas palabras: «La Iglesia fue un baluarte contra los comunistas y, ahora, gracias a Pablo VI (ellos) son sus primeros hijos y, los demás, los repudiados. Aldo Moro era un agente de Moscú (…) al que se le había encargado lograr un compromiso entre los comunistas, el Vaticano y la Democracia Cristiana. Los comunistas en Italia ya están en el poder y eso sólo lo ha hecho posible la perseverante actividad de su agente Aldo Moro y del Papa Pablo VI.»

10) Once disparos.- Aldo Moro fue asesinado con once balazos en el corazón. Uno habría bastado pero fueron once; ni diez ni doce. Y en el corazón. Todo un ritual de signo esotérico. A la misa que ofreció Pablo VI, el 13 de mayo en San Juan de Letrán, extrañamente no acudieron ni la esposa ni los hijos, a pesar de su insistente solicitud. Sólo una representación formal… junto a políticos, autoridades más una nutrida fanfarria de banderas comunistas y del partido democristiano.

Podríamos seguir con Montini-Pablo VI porque este personaje es en la historia de la Iglesia un saco inagotable de sorpresas y tropelías. No obstante, entre sus seguidores y herederos quedan todavía nombres bien destacados en guillotinar la cabeza de la Iglesia, que es Cristo, y merecen también una mínima atención.

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